Rock & Ring VI: Iron Mike’s Main Man’s Last Request

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En mi caso, todo empezó con Mike Tyson. Supongo que porque hasta entonces no había visto boxear más que en las películas de Rocky. Es decir, no había visto boxear. Como cualquier crío, era fácilmente impresionable. Así que aquella insólita conversación en el ascensor entre mi padre y nuestra vecina de planta, la adorable señora Teresa (que en gloria esté) hizo saltar mis alarmas:

-Pues yo hoy voy a trasnochar para ver el combate.

-No sabía que le gustase a usted el boxeo, Teresa…

-¿A mí? Me chifla. Desde que era una cría. En Madrid por aquel entonces había mucha afición.

-Claro que la había, si yo soy del Barriochamberí… (mi padre aprovechaba la más mínima ocasión para recordar que había nacido durante un bombardeo, en plena Guerra Civil, en el lugar donde se inventó la chulería)

-Ah, pues es que hoy dan el combate de Tyson…

Táison?

-Sí. Un negro que pega como un mulo. Muy jovencito aún. Pero pega como un animal el muchacho.

Como un animal, había dicho aquella respetable anciana de maneras dulces y elegantes. Como un mulo, para ser más precisos. Aquello tenía que verlo.

Hace solo unos días leí en una columna que el boxeo ha salvado muchas más vidas de las que se ha cobrado. Es una verdad como un templo. Y el de Michael Gerard Tyson es un buen ejemplo. A su padre no llegó a conocerlo. Su madre se quedó sin trabajo y deambuló con el pequeño Mike y sus dos hermanos mayores por casas sin agua, calefacción o electricidad de las que tarde o temprano siempre los acababan echando. Mike dejó de ir al colegio con apenas siete años, harto de que se burlasen de él por su ceceo y por esconderse siempre detrás de su hermana Niecey. A los diez fue detenido por primera vez por robar una tarjeta de crédito. A los once ya participaba en peleas de apuestas en fumaderos clandestinos de Brooklyn. A los trece entró en un reformatorio y de allí lo enviaron a otro aún más estricto por haberle pegado a su compañero de celda. Entre rejas conoció al ex boxeador Bobby Stewart, que se convirtió en su primer mentor deportivo. Meses más tarde, Tyson se puso en manos de Cus D’Amato, que había entrenado al ex campeón de los pesados y medalla de oro olímpica Floyd Patterson. En su gimnasio de Catskill, Nueva York, comenzó a forjarse la leyenda de Iron Mike.

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Tyson se erigió en el campeón mundial de los pesados más joven de la Historia del boxeo. Tenía apenas 20 años, cuatro meses y 22 días cuando se hizo con los cinturones del Consejo, la Asociación y la Federación al derrotar a Trevor Berbick en el Hotel Hilton de Las Vegas. Berbick no era un cualquiera precisamente. Cinco años atrás en Bahamas había jubilado nada menos que a Muhammad Ali. Pero aquel 22 de noviembre de 1986 los comentaristas lo vieron venir desde el primer momento  «¡Va a caer, créanme, amigos, Berbick va a caer muy pronto!», vaticinaba Larry Merchant en la HBO después de que Mike Tyson hubiese lanzado apenas un par de buenas combinaciones. La pelea se paró a los veinticinco segundos del segundo asalto por KO técnico. Era la vigésimo octava victoria de Tyson en otros tantos combates como profesional. La vigésimo sexta por la vía rápida…

En los cuatro años siguientes, Tyson defendió con éxito su triple corona hasta en nueve ocasiones. Su fama creció hasta ser sólo comparable a su pegada. Hasta Lou Reed mencionó a Iron Mike en Hold On, una de las joyas de su obra maestra New York (1989). Mientras, aquí en España se acuñó un ridículo y fraudulento apodo alternativo, el de El Terror del Garden

Pero cuando Tyson parecía indestructible, su meteórica carrera se hizo añicos el día menos pensado. El menos pensado de todos. El 11 de febrero de 1990 en Tokio. Y es que su pelea ante James Buster Douglas parecía un mal chiste. Las pocas apuestas que se aceptaban (solo en el Hotel Casino The Mirage de Las Vegas se atrevieron a poner dinero) estaban 42-1 en contra de Douglas, que de destructor tenía lo justo. Pero la cosa no acababa ahí. La victoria del campeón se daba por segura hasta el punto de que su siguiente defensa del título estaba ya programada para el 18 de junio en Atlantic City frente a Evander Holyfield, que había reservado un asiento en primera fila del Tokio Dome para no perder detalle de aquella pantomima.

Es verdad que los demonios de Mike Tyson ya habían asomado para entonces. Ya había tenido sus trifulcas con Don King y con su mánager, Bill Cayton. También se había divorciado de la actriz Robin Givens, que lo había acusado de malos tratos. Y por lo visto llevaba días manteniendo relaciones sexuales con las camareras de su hotel en Tokio, del que solo salía para entrenar de mala gana. Tyson era la antítesis del héroe americano pero, aún así, nadie lo vio venir. No tan pronto, al menos. Ni siquiera  cuando Buster Douglas se plantó en el décimo asalto de una pelea que se preveía corta. Sorprendentemente fresco (y recuperado de una caída en el octavo asalto en la que gozó de un conteo generosamente lento por parte del árbitro), el púgil de Ohio tanteó con una serie de directos de izquierda para, acto seguido, levantar un gancho de derecha que estalló en el mentón de su oponente. El campeón se tambaleó y Douglas, que había perdido a su madre tres semanas atrás, supo que estaba ante la oportunidad de su vida. Volvió a lanzar la izquierda por fuera y una segunda derecha brutal con la que acabó todo. Mike Tyson se fue a la lona noqueado por primera vez en 38 combates. Para estupefacción general, se dejaba en Japón el título mundial de los pesados.

Por supuesto, Buster Douglas cayó ante Evander Holyfield en su única defensa del campeonato, finalmente retrasada hasta octubre. Por su parte, en su regreso al cuadrilátero, Tyson liquidó a Henry Tillman en el primer asalto, apenas cuatro meses después del Tokiogate. Sin embargo, ya nada volvió a ser como hasta entonces. Ganó sus tres siguientes combates, pero mientras esperaba por una oportunidad para disputarle el cinturón a Holyfield, fue acusado, juzgado y condenado a seis años de prisión por violar a una joven modelo de 18 años en la habitación de un hotel de Indianápolis (algo que él siempre negó). Tyson estaba acabado. Su doble derrota ante Holyfield a finales de 1996 y en junio de 1997 (la del vergonzoso mordisco y toda la trifulca posterior) no hizo sino atestiguarlo. Y sus regresos posteriores constituyeron un epílogo del todo innecesario.

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Mike Tyson nunca tuvo la clase sobre el ring de un Ali o un Sugar Ray Robinson, pero sí fue el campéon más temido de su tiempo. En julio de 2004, pocos días antes de que cayese por KO en el cuarto asalto ante Danny Williams en el penúltimo combate de su carerra, el cantautor Todd Snider publicó Eat Nashville Skyline, el séptimo álbum de su carrera. En él había una hilarante, a la vez tierna pero sobre todo sarcástica canción inspirada en la figura del boxeador, Iron Mike’s Main Man’s Last Request, escrita desde el punto de vista del supuesto chico de los recados de un Tyson en sus días de decadencia: «Tranquilo, colega, todo va a salir bien. Debí haberte advertido que en cuanto hicieses dinero la vida iba a tratarte de este modo. Olvida a tu primera mujer, era una zorra y su madre también… Siempre serás el campeón, todo el mundo lo sabe, venga, tío, cojamos el Porsche y vayamos al club de streaptease… Vamos, campeón, solo son 300 dólares, y solo te los pido hasta que mi hermano esté mejor. Yo haría lo mismo por ti si pudiese y lo necesitases, eso es la amistad después de todo, ¿no? Vamos, hombre, no te enfades, al menos no conmigo… Acuérdate de quién lavaba los diez coches que tienes en el garaje… ¡Yo, maldita sea, Mike! ¡Yo!»

Iron Mike’s Main Man’s Last Request (Todd Snider)

Hey little buddy
Don’t even worry
Everything is gonna be O.K.
I could have told you when you started making
Money that the world was going to treat you This way.
Forget your first wife, she was no good for You,
she was a gold-digging b**** and her mom Was too.

Hey, Iron Mike… don’t let them get you down

Hey, little buddy
Don’t look uneasy
You just keep your eyes fixed on this fight
If that mean ‘old Don King
Don’t give you back all of your money
I say you and I, we go and take it back some night.

Your still the champion and everybody knows you are.
Come on Iron Mike, let’s take the Porsche to the t***y-bar.

Come on champ! Come on champ!

All i’m asking for is 300 dollars and that’s
Only til my brother straightens out
I would do this for you if I could and you
Needed me to… ain’t that what friendships all about?
Hey, little buddy
Don’t get angry
God please at least not a me
You know that i am right behind you
All the way, old ‘compadre
You just say whatever you want to, and i’ll Agree

Who washed every car in this 10 car garage?
Who caries the boombox and the entourage?
Me Mike, Goddammit… me!

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